2 de septiembre de 2010

Un anticipo de la muerte

Es un placer cuando, momentáneamente, se anhela. Pero, la soledad, es una desdicha que sólo tiene parangón con el vacío. La soledad es una concatenación de pérdidas. La soledad puede ser fortuita, a veces; natural, otras; e incluso, de cuando en cuando, merecida, lograda a fuerza de desatinos, o inopinada y terrible, por volubles e inesperados abandonos; pero, en cualquier caso, la verdadera soledad es irremediable, progresiva e irreversible como el mismo proceso de la vida. Porque la verdadera compañía no se improvisa y, como el amor, es un milagro que, raras veces, se tiene la sensación de merecer.

2 comentarios:

Unknown dijo...

la soledad tiene ese raro don de ser demonio y dios. me llamo juliano y te invito a mi blog dios es argentino y si te gusta te unas como seguidor. muy bueno el tuyo, saludos

Lan dijo...

Gracias, Juliano. Y, teniendo en cuenta que vuestro humor es de los mejores que conozco, cabe la posibilidad de que tengas razón y que Dios sea argentino o que, si no lo fuere, al menos pretenda la nacionalización en tan genial país.
Un saludo.