21 de octubre de 2010

Adentro

Despacio, igual que se engorda o se envejece, van desapareciendo las viejas costumbres y el interés, supuestamente imperecedero, por lo vivido tantas veces. Hasta la ira y las demás pasiones se atenúan. Se transforman, en los peores casos, en indiferencia y, en los mejores, en comprensión, si no hacia los hechos, sí hacia sus protagonistas, humanos como tú. Entiendes que la mayor parte de tu vida la has vivido solo, dentro de tu cerebro, y que, con los años, casi has terminado encerrado en él. Percibes y te vuelves adentro, y te has vuelto un escéptico de la acción.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

un excéptico de la acción.

tengo una amiga beligerante, optimista ideológica, enarboladora de argumentos, que te pondría a andar!
[o no, porque a mí no consigue ponerme. aunque admito que, cuando la tengo un tiempo a mi lado, consigue conmoverme y hacerme pensar que, aunque no valga para nada... siempre vale la pena]

(no me preguntes que he dicho, ni me hagas repetirlo, por los clavos del crucificado. por cierto, qué, contento con la visita del papa?)

Lan dijo...

Pues, Zeltia, ni sabía que viene el Papa. Pero no es cosa que me interese. Los creyentes lo disfrutarán.
De la acción no nos podemos liberar pero con el sentimiento de que ésta es un esfuerzo vano. Necesario, sin embargo, para cosas que no tienen que ver con ella.