
Con el tiempo, se enteró de que, a eso, lo llamaban autoestima baja. Dos palabras para decir desconfianza guapamente. Para definir la identidad propia como extraña. Y, ¿cómo no había de serlo la mismidad que, generalmente, defrauda?
Y se dio cuenta de que escribir era una manera sobada de improperio, de, sin confesarlo, decir taimadamente lo que no se quiere. De, liberándose, ser un egoísta cultivado.
2 comentarios:
¡Engañifa! ¡Difidencia! Mismidad! ¡Improperio!
I love it!
No siempre se encuentran lugares apropiados para colocar ciertas palabras.
Me alegro de que te gusten, Ángeles.
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