Don Salvi, cargado de condescendencia, le explicó al niño cumplidamente, como correspondía a un maestro con tradición y con principios, lo que era la redundancia, el circunloquio, las frases hechas, las expresiones rimbombantes, los epítetos improcedentes, el lenguaje recargado, los eufemismos artificiosos y algunas otras cosas más de gran utilidad para el que escribe.
El niño se rascó la cabeza mirando al papel. Don Salvi preguntó:
-¿Has entendido?
- Don Salvi, me parece que es usted un poco manta –replicó el muchacho.
- Y, entonces, ¿cómo piensas escribir con propiedad lo que tienes en mente?
- Con mi cerebro pensador –dijo el muchacho.
-¿Has entendido?
- Don Salvi, me parece que es usted un poco manta –replicó el muchacho.
- Y, entonces, ¿cómo piensas escribir con propiedad lo que tienes en mente?
- Con mi cerebro pensador –dijo el muchacho.
6 comentarios:
¡Me encanta!
¿Es ficción o realidad? Si es ficción, me parece genial; si es realidad, me parece mágico.
El relato es ficción, pero la frase de "con mi cerebro pensador" y otras similares, según las maestras, suelen decirlas los niños.
Saludos, Ángeles.
¿Un poco manta?
"¿Queseso?"
Saludos matinales
Decir, de una persona, que es un manta es decirle que no tiene habilidad para algo. Es un término suave y algo jocoso que se emplea, generalmente, sin intención de molestar demasiado.
Saludos, Piel de Letras.
Lo paso muy bien con las grandes verdades que dicen los niños antes de que se les distorsione el coco. (el cerebro pensador)
Lo que aprendemos nos ayuda y, a la vez, nos adocena. Pero todos, al menos alguna vez, hemos tenido un cerebro pensador. Algunos pocos lo conservan, Zeltia. No todo van a ser desgracias. :-)
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