Cuando soltó la primera blasfemia, sepultó de golpe a Dios bajo sus heces. La expresión sonó tan alocada y violenta como abofetear a un niño de repente. Sólo uno de los presentes, un joven que parecía conocer al aludido, se atrevió a preguntarle al energúmeno:
-¿Y en qué más te cagas?
-¡Y en la Virgen!
-Y, en qué más.
-¡Y en los santos!
- Y, en qué más.
En ese momento el hombre enfurecido se calmó, pareció titubear, y, mirando a su interlocutor con cara de sorpresa, contestó suavemente:
- Muchacho, tú lo que eres es un hereje.
2 comentarios:
¡Jajajajajajajajaja!
Ya bajada la rabia, le entró el temor aquel tan enquistado ¿verdad?
Pero como me hizo reír tu entrada.
Saludos y besos o besos y saludos
;-)
Hay mil expresiones que sorprenden, Piel de Letras.
Besos y saludos para ti.
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