El único día que llevaron de caza al profesor Joaquinete, éste iba absorto observando todo cuanto en el campo acontecía.
Fue al llevar un rato en el arcabucal cuando el profesor exclamó entusiamado:
- Miren, miren, es increíble: un Garrulus glandarius.
- No jodas, Joaquinete, ¿dónde está eso?- replicó el Tajadilla.
- Se ha metido en esa espesura, se lo juro.
Cuando el pájaro voló, espantado por los perros, el Tajadilla lo despachó de un escopetazo.
- ¡Buah! Joder, Joaquinete, no des más por culo, que era un puto arrendajo.
Y el profesor Joaquinete no volvió a abrir la boca en toda la jornada.
4 comentarios:
¡Muy bueno!
¡Ayyyyy!
Tan bien se escuchaba Garrulus glandarius, que el Tajadilla se emocionó, Jajajajaja
Pero quién le manda al profesor usar el nombre científico de los arrendajos.
Besos desde el desierto
Me alegro, Isidro, de que te haya gustado.
El hombre debía ser la primera vez que veía en directo ciertas cosas. Quizás siguen ocurriendo, a otros niveles, claro, eso que nuestros modernos ilustrados llaman "cultural gaps".
Besos desde las alcarrias.
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