5 de mayo de 2011

Adiós al amor que sólo perciben los niños


Ha muerto la mamá grande. Es un día más, lleno de la insignificancia que a los días les presta el tiempo, fabricante de infinitos, que desposee de identidad a sus hermanos chicos, marcados sólo por el sol y la sombra de un giro planetario. Al espacio también lo tildan de infinito pero, no sé, me lo parece menos que el tiempo o, en todo caso, una infinitud dentro de otra. La esfera de la mamá grande se ha candado y me pregunto por qué la infinitud la imaginamos siempre grande, como si en lo pequeño no pudiera caber la inmensidad.

4 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

éso!
ponmelo más complicado!

(bonito mar)

Lan dijo...

:-)
:-)
:-)
Vale, Zeltia.

Ángeles dijo...

Coincido plenamente: a mí el tiempo me parece el verdadero infinito, mucho más que el espacio. ¿O acaso un minuto no puede ser eterno? O en un segundo encerrarse lo inabarcable.

Lan dijo...

Una vez más los conceptos poéticos parecen adaptarse a cada uno, como si pertenecieran a un bagaje común que tenemos por ahí, en algún sitio.
Me alegro, Ángeles.