2 de mayo de 2011

Seres intrascendentes

Las personas vivimos en la incertidumbre. La tenemos en cuanto al futuro, al presente y con respeto a quienes nos rodean. No hace falta que proyectemos nuestra fe hacia Dios o hacia una vida después de la muerte, basta con que la ejercitemos para lo que nos espera o hacia quienes nos acompañan. La fe, lejos de proyectarse al más allá, es una voluntad que necesitamos aplicar a diario. Y nuestro sino es no saber nunca si nos equivocamos. Nuestro hábitat es la inseguridad. La certeza es tan nociva que, a veces, necesitamos que la mente renuncie a ella.

4 comentarios:

Ángeles dijo...

¿Eso quiere decir que la gracia de la vida está en no saber nada con seguridad? ¿O simplemente que no podemos dar nada por cierto, tenga eso gracia o no?
Me parece que más bien lo segundo, pero nos trae más cuenta creer lo primero. Digo yo.

Lan dijo...

Puede que la gracia de la vida sea pasar por ella sin ofenderse demasiado por nada. Aceptar las cosas como vengan y darnos cuenta que cada uno de nosotros no somos tan importantes. Otros seres más, intrascendentes.
Saludos, Ángeles.

Paz Zeltia dijo...

si? te parece nociva la certeza?
pues las dudas generan mucha ansiedad.
depende a quien, supongo.

Lan dijo...

Sí, Zeltia, la certeza es tan tóxica que deberían existir vacunas para ella. Del mismo modo que los alérgicos, por ejemplo, al veneno de abeja, se inoculan pequeñas dosis, que van poco a poco en aumento, para inmunizarse a él, también sería bueno que existieran vacunas para la certeza, porque, en general, creo que no estamos preparados para ella. Tales vacunas no ocultarían ni cambiarían la realidad pero nos inmunizarían ante ella. Sería algo tan ideal como vivir los hechos sin excesivo sufrimiento.
Aunque, claro, viendo lo que se ve, debe haber naturalezas que tienen una alta dosis de inmunidad ya de nacimiento.
Cosas que a uno se le ocurren.