11 de marzo de 2013

Perdido en un rincón de embrujo


Zlatan cena de prestado las tapas que graciosamente le pone el tabernero amigo. Habla solo y, alternativamente, con los parroquianos. Desgrana, en su ritual, una cerveza tras otra. La nebulosa torturante de lo que vio, de lo que hizo, le acompaña.

-        ¿Volverás a tu país?

-        Allí no existo. Como de tantos, no hay memoria de mí en ningún registro.

-        Pero, ¿tu familia?

-        A mi padre lo mataron, madre murió. Es todo.

-        Pero, ¿tu casa?

-        Es de otros.

-        ¿De dónde eres?

-        De Mostar.

-        Allí los españoles reconstruyeron el puente viejo.

-        Sí, lo dejaron aún más antiguo de lo que era.

2 comentarios:

Insumisa dijo...

Eres escritor de tus propios sueños, recuerdos y memorias. Y al mismo tiempo un escriba de las memorias de otros.
Que bien por quienes te leemos.

Una sonrisa

Lan dijo...

Las memorias de los demás, Insumisa, son también las nuestras o, pese a nuestra voluntad, terminan siéndolo.
Yo pensé que eso del mundo global iba por ahi.
Mi sonrisa, esta vez, es un poco lastimera. Pero allá va.