20 de octubre de 2013

Felicaos

Sentencias seguras pero de incierto desenlace, de indefinida duración, con apelativos de etimología griega y latina, con olor a desinfectante, en un mundo de hospitales, quirófanos, esperas, ambulancias, diagnósticos, biopsias, drenajes, catéteres, sueros, cicatrices, consultas, consejos, serosidades, sangre, urgencias, isótopos, tinciones… Es la entrada en un mundo caótico donde, entre la perdición y el vértigo de meses, ha de conservarse serena la cabeza porque, entre esa maraña mareante, sigue estando la vida agazapada y los seres humanos somos capaces, incluso entonces, de dar con la felicidad. Aunque, en esos casos, yo la llamaría, suplicando perdón a todo diccionario: “felicaos”.

4 comentarios:

Ángeles dijo...

El entorno hospitalario siempre me ha parecido más deprimente que los cementerios -y no quisiera resultar siniestra-, y por supuesto mucho más caótico. Pero esto del 'felicaos' tiene su enjundia. Intentaré recordarlo.

Lan dijo...

Pero, al mismo tiempo, es un entorno lleno de bondad, de gente solidaria, de trabajadores a los que la Administración maltrata pero miman a los pacientes. Debajo de todo ese aparente caos existe la felicidad de encontrar la verdadera dimensión del ser humano.

Paz Zeltia dijo...

a mí me resulta demasiado "directo" ese choque de bruces con lo real como para imaginarme feliz allí

Lan dijo...

A los hospitales, cuando no se es asiduo, les pasa como a las tabernas más cutres, que nadie quiere ir ninguno de los dos sitios. Pero, si te ves obligado y te haces un cliente fijo, puede que descubras, y te sorprendas, de más cosas buenas de las que te pudieras imaginar que hubiera.
Sorpresas, Zeltia.