9 de diciembre de 2013

Sin cuartel

Mientras uno se balancea involuntariamente al vaivén caprichoso de la angustia, recuerda lo bello e ingenioso que era idear conceptos y frases de autoayuda, máximas para dolores imaginarios o ajenos, sentencias saludables para allanar las frustraciones nimias que bachean el camino de nuestros egos desvalidos, botiquines para distancias sin final en un camino permanente. Pero, metidos en la vorágine real, lo único que parece razonable es que, de vez en cuando, la Naturaleza te dé oportunidad de descansar un poco. Y, entonces, no se te ocurren sabias enseñanzas ni para ti ni para otros. Sólo deseas un poco de cuartel.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La mente sabe que cada día está un poco más cerca del descanso perpetuo y, aunque se resiste a ello la voluntad, el cuerpo viaja inexorablemente hacia ese estado y lugar pues sus células agotando sus ciclos se sienten atraídas por ello. Es condición, es inevitable, nada se opone; ni la riqueza, ni la pobreza, pues finalmente todos pasarán por el aro, aunque algunas no hayan hecho la mili...
Hay cuarteles a los que iremos aún alegando exención , pues ni se compran ni se venden, seas rico o no, noble o plebeyo...Y en eso me alegro a medias, sin diferencias.
Lo jodido del caso es que algunos reposaderos no son permanentes y pasado algún tiempo desapareces o se esparcen. Nada como ser lugareño y reposar en humildes concretos civiles sin cementos, como si de panteones reales fueran pues de ahí las igualdades.
Sea.

Lan dijo...

No me preocupan igualdades o desigualdades.
Sólo veo lo que vivo cada día.
Sea o no sea, ahí estoy.