17 de mayo de 2014

No empecinarse

La felicidad está rodeada de alambradas. Puede que, además, sea sólo un deseo o una ilusión. Puede también que, de existir, quepa en una caja de cerillas. O, tal vez, sea una carrera inacabable de infinitos obstáculos. A lo mejor, nos empeñamos en sustituirla por el dinero, por el poder, y, hasta los más resignados, por la salud y el trabajo. Sin embargo, como asnos tras la zanahoria, todos pasamos la vida en pos de su señuelo. Tan empeñados estamos con la felicidad, que algunos han ideado otra vida donde conseguirla. Qué obsesión, qué brutos nos ponemos. Y a lo tonto.

4 comentarios:

Ángeles dijo...

Y lo peor es que cuando creen haberla alcanzado se les queda una sensación como de decir "Pues tampoco era para tanto".

Lan dijo...

Claro, Ángeles, la zanahoria de la vida. Ya te digo. :-)

Paz Zeltia dijo...

hay quien sustituye esa palabra por "bienestar" "tranquilidad"... quizá el concepto de "felicidad" tampoco es el mismo para todos.
:)
incluso para quienes ya han perdido muchas esperanzas le baste con la ausencia de sufrimiento, tanto físico como emocional.
A veces hasta se puede envidiar al gato, no?

Lan dijo...

La felicidad se busca en cualquiera de sus formas, mientras que el sufrimiento se encuentra siempre, sin buscarlo, en formas que ni siguiera puede uno imaginarse.
Así que, por qué no envidiar a alguien a algo. La envidia se puede tener a las dosis que se deseen y a voluntad.
Un bico, Zeltia.