6 de julio de 2014

Cursos de verano

Ya no hay partido político sin su curso de verano. Todos ellos presentan algún líder joven. Olvidando la campanuda responsabilidad de estado, idílica característica del bipartidismo asentado, todos se han lanzado en tromba a la piscina estival de los proyectos. Quieren regenerarnos de sus propias vergüenzas. Al ciudadano le pillan por sorpresa esta legión de socorristas y casi le asustan. ¿Conseguirá este despliegue de celo alguna cosilla?
La idea se utilizó hace más de 30 años para reciclar a los profesionales de la educación y, al poco tiempo, las escuelas de verano pasaron de ser promocionadas a proscritas. ¡Menudo peligro!

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