20 de agosto de 2015

Viajando a la misma zona

Tras el veraneo de los pudientes a comienzo del siglo pasado, la prosperidad trajo el ansia por viajar y, años después, las vacaciones generalizadas.
Hoy la creativa industria del turismo nos regala expresiones para llamar a lo mismo de otro modo y convencernos de nuestra singularidad al elegirlo: “Escápate”, “Desconecta”, “Relájate”, “Recarga pilas”, “Cambia el chip”, “Siéntete libre”, “Cambia de vida”, “Piérdete en la Naturaleza”, “Vive algo distinto”, “Aventúrate en lo nuevo”…
Lástima que tanto afán individualista y tanta autocomplacencia engañosa tengan como denominador común esta triste pregunta que nos desenmascara:
-        Por favor, ¿dónde está la zona WIFI?

10 comentarios:

d:D´ dijo...

Hágase liberto como yo, sin móvil que me motive
[Hubo un tiempo que tuve un móvil; luego lo maté]

Lan dijo...

Soy liberto como usted, caballero. Aunque me lo callo no sea que la Hacienda Pública decida cobrar un nuevo canon por tener la osadía de prescindir del móvil. Por otro lado, muy pocos se creen que sea cierto que no uso el móvil.
Así que, en eso, estamos hermanados (como con las hostias que nos dieron en Alcalá)
Saludos, d:D'

Ángeles dijo...

Es curioso que muchas personas se pongan de los nervios cuando intentan desconectar, y no se les pasa la ansiedad hasta que el móvil muestra las rayitas de la conexión.
Quizás las agencias de viaje que anuncian vacaciones de relax deberían usar el eslogan: "Desconecte usted pero sin exagerar".

Anónimo dijo...

Cuándo llegué, no siendo mi cía definitiva, lo pusieron a caldo.
Durmió la noche sangrando, aturdido, humillado y amoratado. Fue incluso escabel para un cabo primero.
Salvo por la templanza de un ferrolano profesional que colérico y harto de aquello se levantó en armas de voz y grito poniendo fin al desaliento.
Hizo sueño a eso de las tres en constante vigilia por si en adelante algún despistado se las apañase por seguir con el maldito juego. De madrugada, con el alba y a diana refrescó su cara y la memoria hizo acopio de todo, de todos y no cejó propuesta y empeño para tiempos mejores. En algún momento caería la fría jarra de agua. Se lavó. Paciencia.

Meses después, ya con galones que eran obvios de peso por razones varias de trabajo, en la explanada de formaciones de entre batallones se fijó para mediodía de un día cualquiera a todos sin excepción, mandados y mandos.

Fue llamando marquina uno a uno por sus nombres y dando un paso se distinguieron de los escuadrones alumbrados por un sol de peso sin perder marcialidad, uniformidad y despiste. ¿Qué los motivaba a ser diferentes del resto de las tropas?

Tales serían seis, dieciséis o ventitantos como los jóvenes años de esa mayoría allí plantados.

Reunido aquel grupo disparatado se presentó el máximo de frente y alzando su chusquera voz de cuando Sidi o Ifni, o ambas, hizo y dijo lo siguiente:

Den un paso al frente aquellos que de viva voz nombre el alférez. Proceda.

Esos fueron desposeídos ante un mitín sumarísimo, degradados y puestos en manos de las policías militares que se los llevaron. Poco antes al escarnio público sumó de palabra sus delitos infringidos a los novatos y recién llegados compañeros. Primero pelotón de castigo, luego Meco.

Qué te meto, qué te meto, fue en la mente la consigna.

A primeras horas de la tarde el ambiente caldeado por el sol justiciero servía para romper las hileras de testigos que tomaron unos en la cantina del fondo fría cerveza entre comentarios promovidos del intelecto paciente de aquellos que expuestos sus múltiples argumentos concluyeron que eso no tendría que volver a ocurrir.

Años después moría el dueño del quiosco. Fue, de los primeros, por aquellos años ochenta, como consecuencia de un extendido y lacerante mal mella de ciertos colectivos despectivamente señalados. )Baliñas, qué figura.
Esto sin que tenga qué ver sólo sirve en clave histórica.

Pero el daño de este tipo, lejos de ser erradicado, continúa en lo castrense y más desde que profesionalmente la mujer forma parte ya de ese anacrónico mundo donde puede más un galón que la arroba personal de quienes plantean igualdad y trato. Aunque, finalmente, sea constancia quien dé a cada uno lo que le corresponde.

Qué jodido lugar aquél, qué malo en parte.
La ignorante envidia ciega no comparte que justa sobre los ojos venda lleve y no los abra a su conveniencia.
Ante todo venda atrapa lo que de trapo se venda que aquí ya lo está el pescado.

Pues eso, no semos naide y a mí me parieron en una frontera.

Lan dijo...

La idea, Ángeles, es que cada vez estemos más conectados, menos concentrados y mucho más disipados.

Paz Zeltia dijo...

jeje si. ¿tienen wifi?

no semos nadie

Anónimo dijo...

...Non semos naide, minha parrula... :)´

[Foron cousas que lémbranse baixo o paraugas da mamoria...pra divertimento,un falar de cantiga, unha cantiga de sorna ou d´amigo, en termos concisos, noso (dos catro que equí xuntos estamos) e do Lan, que fixemos común luar de docenza]
Éranche uns poemas as cousas que por alí pasaron; e iso xa que non falamos das de troula

Longas minhas apertas e rebicos sonhoros. d:´

E pra os outros, tamén apertas e longas
Entón, deica

Lan dijo...

Sí que somos algo, aunque poquito, Zeltia, pero hasta eso poquito que nos queda ha de ser irreductiblemente conducido. Y, con la ilusión de ser cada día más nosotros mismos, nos convierten en otros sin que nos demos cuenta. Una vida gozosa en las redes sociales.
Gracias por tus agarimosas palabra, Beato.

Anónimo dijo...

Jajajaja, es cierto. Y si lees los comentarios que deja la gente tras su paso por los hoteles, a mí me gusta leerlos, una de las quejas más frecuentes, rayando en la indignación, es la de que el wifi no funcionaba bien.
Escaparse sí, pero hasta cierto punto. No sin nuestro querido cordón umbilical.

Soros dijo...

Paloma, por ahora carezco de ese cordón. Espero poder sobrevivir.