26 de noviembre de 2015

Paritorio, sala de espera

-¡Hemos tenido un cachorrillo! ¡Un niño más majo que las pesetas! ¡Un nieto como un lucero, más bonito que una estrella!
-Y todito parecido a mi hijo. ¡La misma nariz, la misma boca, los mismos ojos…!
-Bueno, pero la piel y el pelo son de mi hija. ¡Es más blanquito que un cordero, más hermoso que la luna!
-A mí me da igual, sólo quiero que se críe con salud. ¡Lo mismo me da que sea guapo que feo, que sea moreno que rubio, que sea blanco que negro!
-¡Hombre! ¡Por favor, mamá!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

:Hay genes recesivos que esclavizan el lenguaje
)Qué bruta

Ángeles dijo...

Es que los abuelos, cuando llega un nieto, pierden la capacidad de andarse con miramientos. Se les vuelve todo pasión.

Lan dijo...

Sí, Anónimo. Y gente que cuando se lanza lo da todo.

Lan dijo...

Los abuelos cuando se ponen a competir, al igual que algunas madres a las puertas de los colegios, pueden ser muy escandalosos. Ay la pasión, cuantas tontunas nos hace decir.
Saludos, Ángeles.