Cuando las reformas son modos de
frenar cualquier cambio y la censura amenaza con amordazar incluso a la
ficción, los recién llegados a la política mantienen propuestas que sólo la
experiencia les demostrará que no pueden cumplir. La ilusionada desmemoria de
millones de votantes también se empeña en ello, porque piensan que la
democracia está, además de para lo evidente, también para servirles. Pero vivimos
un momento en que ni siquiera sería prudente exigir que las élites políticas
carecieran de antecedentes penales. Va contra natura. Un gran partido nacional
del cinismo sería lo adecuado: Unión Cínica Nacional, el partido realista.
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4 comentarios:
Lo malo, me parece, es que ese nombre, Unión Cínica Nacional, sería muy revelador, e impediría precisamente la desmemoria y la ilusión, que son lo que mantiene la rueda en marcha.
Tu conclusión es acertada, Ángeles. Sin embargo, aunque cambiemos el nombre, la política que algunos hemos conocido, desde siempre, a lo que más se parece es al cinismo.
Triste e indigno, que ellos sean desmemoriados con todo lo que prometen aun sabiendo que no lo cumplirán y que aquellos que los votan, también olviden y ni siquiera exijan responsabilidades.
Desde luego ese nombre sería muy adecuado al panorama que tenemos actualmente.
Y que lo digas, Conxita.
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