2 de mayo de 2016

Sicario viejo (Novela negra)

Lleva el sufrimiento tatuado en la mirada, sus invisibles heridas son internas. Un muelle se puede presionar indefinidamente, pero se rompe o salta en un segundo; todos somos normales hasta que dejamos de serlo.  No sé por qué llegó a ser lo que nunca quiso, quizás la juventud da combustible para cualquier pasión. Vendía cosas invisibles que todos temían; fue un agente muy serio de seguros: aseguraba daños. Maduró, ya no puede permitirse el odio, ocupa improductivamente mucho tiempo, pero al amor se lo ahogó la venganza y el oficio. Mal, pero acostumbrado, siente pero no padece. Siempre solo, espera.

6 comentarios:

Ángeles dijo...

Parece que has cogido una novela, la has calentado y has destilado su sustancia en unas gotas. Pero todo está ahí, la historia entera.

Lan dijo...

El vapor de la historia se desvaneció en el aire y de la espita final del alambique sólo salió una gota de locura.
Gracias, Ángeles.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Angeles, cuentas mucho en muy poco, una gran historia en un puñado de líneas.
Y es una vida reconocible, podría ser cualquiera de nuestros amigos, un vecino, nosotros mismos....
Besos.

Lan dijo...

Veo que te gusta surgir entre los entresijos de cualquier historia extraña, entre los resquicios de las ruinas, entre las grietas oscuras donde se cobijan las arañas, se esconden las lagartijas y nace la mala hierba.
Qué alegría verte por aquí, Eme, espero que ya recuperada para todo. Ya le diré al Soros que has vuelto. También se alegrará.

Paz Zeltia dijo...

Las 100 palabras (o menos) cuanto dicen! Tienes un don para los proverbios y sentencias. Siempre pensé que sólo personas sabias pueden escribirlas.

Mal, pero acostumbrado, siente pero no padece. Ese final. El final.

Lan dijo...

Llamarme a mí sabio tiene aún más riesgo que llamar honrado o veraz a un político.
Pero, de todos modos, me encanta que te haya gustado.
Un abrazo y gracias, Zeltia.