8 de diciembre de 2008

Amiga


Al olmo viejo hendido por el rayo
y en su mitad partido
con el agua de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido. (A. Machado)

Así saludé a mi amiga de cuarenta y muchos cuando me enteré de que estaba embarazada. Luego, abusando de la confianza, que para eso está, le pregunté, delante de todos, si el milagro se debía a la ciencia o había sido un trabajo artesano. Ella, delicada, sonriente, destilando esa sutileza que siempre tuvo, me puso una mano en el hombro y luego la deslizó al cogote, presionó y me atrajo como para besarme pero, en lugar de eso, me susurró al oído: ¿Cómo puedes ser tan cabrón? Y todos, menos yo, se quedaron con la duda.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

bueno,
cabroncete sí que fuiste (o quien quiera que fuese)

y aunque el poema de machado es todo sensibilidad, aquí resulta un poco puñetero, puñetero

Lan dijo...

Así es la vida, querida.