17 de marzo de 2009

Villacadima


Villacadima, término sin sembrados ni vecinos. Eriales por doquier, pinos brotando, hileras de arroyos emergentes, cabecera alta del Sorbe, agua abundante. Hoy te custodian algunos vecinos que regresan, viejos o jubilados, como nuevos colonos y abren desconfiada y fugazmente las puertas y ventanas, blindadas de ordinario a tanto dominguero forajido saqueador de propiedades solitarias. Villacadima, cuatro rebaños, uña de jabalí y latido de mastín que vio saltar la fugaz liebre. Tierra del románico y de los nuevos molinos de viento que aprovechan aquellos aires antiguos de la cornisa que, solitarios, han resistido el paso de tanta deserción.

3 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

Supongo que el gran monstruo del capitalismo salvaje engulló a sus habitantes,,,
si pudiéramos apearnos del tren del consumo sin fin, si pudiéramos hacernos menos dependientes, menos necesitados de lo que no es necesario... Villacadima tendría vida de nuevo.
Estos dias estoy leyendo cosas que animan a salirse del sistema, no del todo, porque es imposible, pero sí a no contribuir tanto a este despropósito: ser algo así como insumisos.
Lo malo que nunca tuve vocación de adelantada, de heroína ni de sacrificada.
Es como estar frente al chocolate y decir "no", siempre sucumbo... yo hablo del chocolate, pero otros tendrán otras tentaciones ;-)

Lan dijo...

¡Ay! Lo malo, lo malo... Ya me conformo con tener una poquita de voluntad, un poco de razonamiento para ver lo que pasa... Porque ver lo que pasa es ya oponerse a ello porque, lo que pasa, pasa porque la mayoría de las personas ni siquiera se entera de que pasa hasta que sólo hay tiempo para lamentarlo.
Y sí. ;-)

Paz Zeltia dijo...

claaaaro
cada uno las suyas