18 de abril de 2009

Tomarlo con filosofía


Las guindillas en vinagre del tarro de la barra de la tasca habían salido venenosas. Sólo mirarlas y ya te caían dos lágrimones mejillas abajo. Nadie podía con ellas.
Cuando entró el viejo idearon la burla.
- Cascarrillo, te invito a un vino con una guindilla.
- Bueno.
El viejo se echó al coleto guindilla y vino.
- ¿No querrás otra?
- Si te empeñas.
Igual sucedió con la siguiente. Al rato viendo que el Cascarrillo se iba como si nada, uno de la concurrencia le preguntó.
- ¿Qué tal las guindillas?
- Parece que quieren picar –dijo, tras meditarlo un poco, como un filósofo.

5 comentarios:

Insumisa dijo...

En el Del Prado vi un cuadro que se intitulaba así, "Guindillas", eran cherrys, y me dije "ah, son cerezas". Pero ahorita busqué (por el comentario que haces de que estaban en vinagre) en imágenes de Windows Live y ¡son chiles!
Debo andar mal de la memoria.

:-)

Lan dijo...

En efecto, Piel de Letras, hay un tipo de cerezas, agrias y silvestres, que se llaman guindas. El guindo y el cerezo son árboles de la misma familia. Y en ese caso de guinda viene guindilla, un diminutivo.
Pero en España se llaman guindillas a algunos pimimientos sumamente picantes que vosotros llamáis chiles y aquí también aunque la palabra se utiliza menos. Las guindillas en vinagre son chiles verdes. Así que la memoria bien.
Salud.

Paz Zeltia dijo...

:-)
me encantó la anécdota, y me trajo a la memoria otra vivida por mí.
cuando "mi novio" estaba haciendo "la mili" tenía un compañero -no sé si son compañeros en la mili- que era de un pueblo de badajoz. no le entendías nada de lo que decía, pero era de buen carácter y alegre. Un dia fuimos a comer unos pimientos de padrón -xa sabes, uns pican e outros non- pero ya nos encargamos nosotros de que picasen todos. Le dijimos que era una comida típica nuestra, y que la costumbre era comerlos seguidos cogiéndolos por el rabo. Se puso, ñam, ñam, y entre bocado y bocado contaba un chiste. Se comió la fuente entera, y dijo, bueno y ahora que más es típico?, y ni bebió el tío. Claro, no entendía el por qué de las risas a coro.
--un home é un home, qué carallo!, que dijo el tabernero conchabado con nosotros.

Lan dijo...

Anécdota por anécdota. Invitado a cenar en un lujoso restaurante chino de Los Ángeles, cuando terminó la cena todos leyeron el mensaje que les había entrado en su galleta de la suerte. Al llegar mi turno tuve que admitir que el mío me lo había comido con la galleta pues desconocía que las galletas de la suerte tuvieran dentro un mensaje y me pareció una falta de educación urgarme la boca para sacarme lo que yo creí comida. ¡Así que notaba yo la galletita china un poco correosa!

Paz Zeltia dijo...

seguro que me habría pasado a mí lo mismo! _aunque yo creo que me habría sacado "la cosa" lo más discretamente que pudiera, porque últimamente tiendo a saltarme cada vez más normas "de educación"-