11 de mayo de 2009

Curro


Aquel viejo calvo, que se echaba sobre la piel desnuda del cráneo el pelo que le nacía en los laterales de la cabeza disimulando su calvicie, nunca me pareció viejo. Aquel hombre, con gabardina larga, nunca me pareció lo decrépito, esquelético y débil que aparentaba. Aquel hombre, prófugo joven de su casa, vivió el mundo de la farándula. En el ambiente se llamó Curro Puya. Actuó por media España cantando coplas. Un día mató a una compañera, pasional y brutalmente, con unas tijeras. Aquel tipo nunca me pareció un hombre, siempre representó en mi mente el retrato del asesino local.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

no me extraña con esos antecedentes!!

(cuando vemos lindas viejitas y tiernos viejitos, nos cuesta trabajo adivinar detrás una vida ruin -mira pinoche que carita de bueno-)

uich, ratilla me toca la palabra antispam!!

Lan dijo...

Qué lástima. Tener que aplicar esas palabras a los vecinos. Sí.