
Durante unos treinta años estuve presente, prácticamente todos, en una tradición anual de origen medieval. Ahora, con la misma voluntad que entonces acudía, he decidido no asistir más. Y no responde mi decisión a ningún enfado, ni decepción, ni disgusto, ni nada parecido. Es porque he descubierto que la emoción que terminé sintiendo a lo largo de esos años y que me dio a vivir momentos tan felices, puede ahora volverse inesperadamente contra mí, como un veneno, y amargarme en lo más hondo con los recuerdos de tanta buena gente que marcó mi vida y tuve por amigos. Lo siento.
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4 comentarios:
El ambiente, las sensaciones, la emoción y la felicidad...son dádivas de las personas que están alrededor nuestro cuando gozamos de cualquier evento. Si ellas no están, nada de lo que dieron sentido, lo tiene. Pero como bien dices... !benditos recuerdos!.
Bss
Gracias, Flor y Nata. Todos debemos tener cosas similares en nuestras vidas. Cada cual las suyas.
Hasta otra. :-)
te proteges.
normal.
es sano el empeño en estar bien.
-creo-
tengo que buscar en el google la caballada esa.
También la puedes buscar en www.atienza.info
Claro que procuro protegerme que uno no tiene ganas de desbaratarse.
:-)
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