2 de junio de 2009

Madre intensa


Maldita sea. No tragaba a esa mema de la que su hijo se había enamorado. Sé prudente, le aconsejaban los aconsejadores del tacto. Sí, mentía.
Para qué necesitaba el flamante de su hijo, con ese porte sublime, con esa educación, doblegarse ante olor a calentura que a esa zorrita hipócrita y risueña se le podía leer desde los pies al pelo. Y cómo le encadenaba la mirada y le borraba de la faz el gesto propio.
La mataría a dentelladas y uñetazos. Qué lástima que las madres, las de mi talla al menos, no podamos darles a los hijos hasta eso.
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4 comentarios:

Tejedora dijo...

Muy intensa...

Lan dijo...

Sí. Pero, qué sabemos...

Flor y Nata dijo...

Uno quiere dejar libertad a los hijos para que sean felices, lo peor es cuando esa felicidad está en manos de lo que creemos " equivocado"...si no supiésemos por experiencia que sólo se aprende de esa forma, más de una sería capaz de todo.
Que bien lo entiendes!!
Bss

Lan dijo...

No hay como meter el palito en la herida y luego... darle vueltecitas.;-)