17 de septiembre de 2009

Las palabras y los días


Por fin, en este verano bochornoso, amanece un día gris. Miro al cielo y luego a la mesa. Agradezco este falso día invernal. La mesa tiene cercos de vino, de los vasos de la noche anterior. Las manchas sugieren la fragilidad de los pulsos y la sutileza de la conversación, habitada de ideas que surcaron el aire como las filigranas del humo del tabaco. Las manchas evocan los comentarios vespertinos, atestiguan que existieron aquellas palabras que, también como ellas, se perderán en la nebulosa inmensa del olvido tras el paso de la bayeta suave y húmeda de otro nuevo día.
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