10 de marzo de 2010

Corregir

Me cuesta corregir. Inquirir es cansino. Me atosiga recorrer aburridos caminos sobados. Lo nuevo huele a esperanza de alegría; lo pasado, a tierra apisonada. Corregir es martillear un hierro frío; descubrir, a veces, que ni guardas recuerdo de lo escrito; cerciorarte de que perdiste los sitios donde estaban los cuadernos viejos; recorrer cementerios de letras; ver tus despojos incorruptos; maquillar frases; pintar de rimmel alguna coma nueva; podar ramas en las que las palabras echaron yemas sin mesura; cercenar boludas reiteraciones… Todo, en resumen, es como dedicar miradas de compromiso a un viejo conocido que, para colmo, eres tú mismo.

4 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

tú te referirás a lo que sea,
pero yo pienso en unos viejos cuadernos que tengo en "la caja de los recuerdos"
que no me atrevo a mirar, (no para corregir, precisamente) por más tiempo que ha pasado, por temor a entrar en esoscementerios de letras y encontrarme los despojos incorruptos de una vieja conocida con la que ya no me trato y que, para colmo, soy yo misma.

me encanta cuando encuentro en un libro -en este caso en un blog- cosas que pienso pero que no me dije, o que me dije pero sin tener las palabras que luego otro -hoy tú- me presta.

Lan dijo...

Encantado, Zeltia, de hacer préstamos tan bien recibidos.

Ángeles dijo...

Y lo peor de corregir es que es un nunca acabar, porque, ¿acaso damos alguna vez con la versión definitiva?

Lan dijo...

No, Ángeles, pero, forzosamente, se convierte en versión definitiva la que queda.
Gracias.