
Los relatos cortos le cuadran a cualquiera y le llevan un rato. Cuanto más contundentes sean, parecen más ciertos; cuanto más comunes, más razonables; cuanto más torturados, más sugerentes; cuanto más extraños, más inteligentes y profundos… Y, sin embargo, el placer de escribir no conoce límites. Aunque sea como tirar piedras al agua para comprobar que siguen sin flotar. Es el oficio de la nada. Y, sin embargo, se escribe desinteresadamente. Debe ser un vicio, cosa de habituados, de colgados, de politoxicómanos que necesitan escribir cualquier cosa para quitarse el mono o buscar la compañía, al menos, de sí mismos.
6 comentarios:
Acá una intoxicada de nostalgias, sueños y recuerdos felices. Torturada por las ideas que incesantes surgen, para cobrar una extraña vida inerte, plasmadas en letras sin tinta.
¿a que sí?
mira o que escribiu a lápida ésa.
(encontras cousiñas curiosas, e todo che da para pensar. o meu gato está agora sentado mirando cara a parede. ponse así amiudo. eu sempre me pregunto que estará a pensar)
Pues valdría la pena, Piel de Letras, que las pusieras también en letras con tinta, porque así, las ideas, se sienten mimadas y las nostalgias toman otro sabor.
Zeltia, veo que tu gato es reservado y poco amigo de andar por ahí diciendo esto y lo otro. Eso es todo un serio señor gato gallego. Muy suyo él. ;-)
Bicos.
Se me antojó dejarte esta cita aquí:
"Hay una sola manera de escribir para todos; es escribir sin pensar en nadie, escribir para lo que existe en nosotros de esencial y profundo"
Marcel Proust. Contre Sainte-Beuve
puede sonar algo rimbombante :-)
pero bueno, bien está :-D
Gracias por la cita, Zeltia.
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