
Los niños, al contrario que los adultos, pasan a tu lado y, aunque te miren, no te ven. Los niños, carentes de nuestro total adiestramiento, ven sólo su mundo y tú no formas parte de él. Los niños tienen mucho de animal salvaje y primitivo y, su pensamiento, no está poblado aún por nuestras creencias amojamadas. Son propiedades que, radicalmente, nos empeñamos en quitarles, como si nos ofendieran profundamente. Luego, cuando, con el paso del tiempo, sean asimilados por nuestro mundo y educados en sus usos, te dirán buenas tardes y se convertirán en seres predecibles, como lo somos todos.
2 comentarios:
estaba tratando de recordar cuando yo era un ser salvaje, primitivo e impredecible.
pero sólo recuerdo los _"esto no se hace"
-al menos esta noche-
el bebé (la bebita) preciosa. a mi me tiene cara de nena.
:-)
Acertaste, Zeltia, es una niña.
De vez en cuando, si no se hace aposta, está bien no enterarte de nada e ir por ahí dándote topetazos sin intentar mantener tanto equilibrio.
Publicar un comentario