21 de mayo de 2010

Bestias ignoradas

No debe caminarse despreocupadamente por páginas, aparentemente solitarias y en calma. Las páginas son tan peligrosas como el desierto. Nada esperas y, apenas te distraes, de repente, el fiero zeugma puede degollarte de un zarpazo, o un sermocinatio clavarte su aguijón en el cuello, o un quiasmo asfixiarte por sorpresa, o verte aplastado por la irrupción del terrible políptoton, o la silenciosa tmesis picarte en un huevo y eso, por no mencionar al certero parison ni a la traicionera paragoge. Hay bestias monstruosas, que casi nadie ha visto, pero que acechan agazapadas en las selvas y desiertos de las letras.

4 comentarios:

isidro dijo...

¡Lechessss!... no sabía que esto de la literatura fuera tan peligroso.

Un saludo, Lan

Lan dijo...

Pues para que te vayas enterando y no te fíes. ;-)
Saludos, Isidro.

Ángeles dijo...

A mí el zeugma, desde luego, siempre me ha dado mucho miedo. Y la epanadiplosis, ni te cuento.

Una entrada genial. Saludos.

Lan dijo...

Gracias, Ángeles. De vez en cuando a uno le apetece jugar con tanta palabreja como nos enseñaron y nunca aprendimos bien. Quizás, porque tampoco hacía mucha falta.