
El no estar seguro de nada se ha convertido en una certeza de mi vida.
El cambio no fue parte de lo que esperaba o, tal vez, es que las cosas han cambiado como yo no quería.
Mal vaticinador he sido de mis esperanzas. Y, como la caña en el cañaveral, me muevo, a capricho del viento, temiendo nuevas avenidas
6 comentarios:
Pero este paisaje de las cercanías de Molina de Aragón, nunca perderá la sustancia, por mucho que se empeñen.
Un abrazo
Estar sin substancia nos deja algo de espacio ¿no? Cosas nuevas pueden caber en ese vacío. Hacen un hueco para emociones olvidadas o pasadas de moda en las existencias monótonas, monocromáticas, minimalistas.
¡Ah, mi querido Lan! ¿Qué sería de nosotros sin los malos ratos/años/lustros?
Una mente inquisitiva como la tuya, tiene para rato, con esas avenidas temidas. Pero como dicen, que "de casta le viene al galgo", bien segura estoy, que ese galgo que llevas en el corazón, sacará una vez mas la casta.
"Semonta" es la palabra a verificar.
Saudades
Muy fino, Isidro.
La foto está tomada desde el castro de Herrería.
Un saludo.
Parece que te veo decaída.
¿No recuerdas que empezabas una vida nueva?
Saludos, Piel de Letras.
Me acordé al leerte del título de un libro de soledad puértolas "una vida inesperada"
me acuerdo constantemente de ese título, creo que podría ser el título de la vida de casi todos: incluso cuando la vida es cojonuda, probablemente uno se sorprende de que ésa esté siendo su vida.
Nunca imaginé como sería mi vida. Pero sí creía poder prever como iba a ser mi vejez. Ya veo que no.
Y, cuando ves suceder cosas que creías imposibles, empiezas a cuestionarte si otras, que aún veías más remotas, improbables y terribles, pueden echársenos encima en poco tiempo. Y que la vida, como dice tu título evocado, Zeltia,se nos vuelva totalmente inesperada.
Saludos.
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