5 de octubre de 2010

Heradio el sordo

Don Emérito disfrutaba en la sección de cartuchos de su ferretería. No se cansaba de exponer con precisión las características de la munición. Explicaba vainas, cargas, tacos, pólvoras, culatines, fulminantes, pesos, plomos, choques y, sobre todo, esa maravilla del calibre. Ese fraccionamiento de una plúmbea libra inglesa para obtener de ella 12, 16, 20 ó más cargas, dando lugar consiguientemente al diámetro del cañón en la boca del arma. Aquella mañana absorto en ello estaba, ante un grupo de admirados clientes, cuando entró Heradio el sordo:
- Una caja cartuchos.
- Por favor, ¿características, calibre?
- Sí, sí, pa liebre, pa liebre.

11 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

la anécdota es simpática.
pero como no tengo cultura de caza, me dan pena los conejitos, las liebres...
aunque me los como.
snif.

Lan dijo...

Son alimentos naturales que se han comido siempre aunque haya otras culturas en las que también se comen perros, ratas, serpientes, gusanos, centollos...
Hace poco escribí algo de esto en:
http://sorozs.blogspot.com/2010/09/bromatologia-casera.html
Pero no sé si te gustará.
Saludos, Zeltia.

Lohengrin dijo...

Esta liebre si la veo, ay pobre,no está encamada,está muerta.A mi me pasa con la vista lo que a Heradio con el oído...
Está muy logrado el artículo

isidro dijo...

Esto me recuerda cuando muy niño se los veía cargar a mi padre, con toda la parafernalia que conllevaba el hecho de tener que pesar todos los componentes del cartucho.
Un trabajo que aquel niño observaba entusiasmado, y mucho más, cuando mi madre decía que cualquier día ibamos a salir por los aires, cuando mi padre manejaba los recipientes de la polvora.

Un saludo, Lan

Lan dijo...

Pero, Lohen, no te tas cuenta de que esta liebre es de atrezzo. ¿Cómo puedes imaginar que voy a poner en este blog animalitos muertos? ¡Sería de denuncia!

Lan dijo...

Eran tiempos de mucha afición y de aún mayores economías.
¿No le quitaste pólvora a tu padre para hacer algún experimento, Isidro?
Saludos.

isidro dijo...

No, era demasiado pequeño para ello, pero su olor, se me quedó incrustado para siempre en el cerebro.

Saludos

isidro dijo...

Aunque de haberlo intentado, te imaginas la mano de ....... que me habrian dado.

Lan dijo...

Sí que me lo imagino, Isidro, sí. En aquellos tiempos, por menos, te podían dar una mano de cera por todo el cuerpo. Como no se había inventado el maltrato infantil... pues hala, a llorar a los Paules.

Insumisa dijo...

Pa liebre, pa liebre. Jejeje Pues para ser de utilería me parte el ánimo la liebre esa ¿eh?
Yo no como conejo ni liebre (que yo sepa) desde que mi abuelo le dió mastuerzo a dos conejitos que teníamos en casa como mascotas.
Mmmmm pero este verano me animé con los gusanos de maguey y no sabes el manjar. Repugnantes a la vista, pero deliciosos al paladar.

Lan dijo...

Que cada uno coma lo que le guste, Piel de Letras. Pero te advierto que la liebre muerta está también muy rica y, como los gusanitos, es otro animalito del Señor.