
Escribiendo de cosas de atrás descubro algunos, cada día menos, rencores antiguos que guardaba al camino que me trajo hasta aquí. Y me hago la ilusión de que, si no los tuviera, sería señal de que mi vida habría discurrido de otro modo, presumiblemente más gozoso. Pero no. Son cosas tan inevitables como las enfermedades, que todos nos quejamos de las que acudieron y ninguno de las que faltaron. Sin enfermedades ni rencores no habría defensas ni historia. Así que bienvenido sea el recuerdo de aquello que fuimos porque, nos guste o nos disguste, no tenemos más que esa memoria.
6 comentarios:
hay que aprender del pasado. no hay otra.
Claro, amigo, de qué otra cosa si no. Ninguna otra tenemos, con certeza, más que pasado.
Gracias por tu visita, Juliano.
Amén
Viniendo de ti, Piel de Letras, un asentimiento tan lacónico vale mucho. Tanto que casi ni lo creo. ¿Conforme tú?
pues no tienes cara de rencoroso en esa foto, tan tiernito.
Por entonces, Zeltia, vivía sin saber apenas lo que vivía.
Publicar un comentario