Los que van de rufiancetes, depredadores de señoras, cuando por una vez les sale mal la cosa, hay que ver cómo se ponen. Oye, que se maquean de perros vagabundos y moquean dignísimos al mundo un sentimentalismo de cuya carencia siempre se jactaron. Y su abandono lo revisten de poesía, y llega a verse tan bonito al desgraciado, que hasta las más reacias se vuelven comprensivas y, a poquito, más de una se prestaría al maternal consuelo y luego al otro. Desde joven, me pregunto si no será una añagaza golfa el mover a compasión a las mujeres.
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2 comentarios:
Con sus "es que digo lo que pienso" y sus "es que soy asi" les cuelan muchas.
Por cierto, me echo a adivinar: ¿la foto de la plaza es de Astorga?
Un abrazo.
No, Metalsaurio, es la plaza de Haro.
Otro abrazo para ti.
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