9 de mayo de 2011

El cobrador que se crecía en cada verso

Afortunadamente, vivo.
Algo me apasiona.
Vivir es un mar.
Navego montado en una pluma.
El mañana llegará sin mi llamada.
Viviré pensando sólo en las palabras cotidianas.
El aire será la transparencia que me acoja.
El vino que llenará mis risas será mi pensamiento.
El agua que diluirá mis espantos será la bondad calma.
El cavilar acariciará la tarea de mis horas, rellenará mi tiempo.
Los sueños de cada noche me dejarán en la ribera del alba.
Y cada día nuevo me devolverá el tributo de vida que me debe.

4 comentarios:

Flor y Nata dijo...

Vibra!...así!...entre la serenidad y la explosión de saberte vivo, de tener pasiones, de sentirlas, de gozarlas...El final, cuando llegue...tú ya no estarás.
Caudillo de la palabra y mago de la sensación!...así! así!.

Lan dijo...

¿No te habrás pasado, Flor y Nata? ;-)
Pero gracias por tanto halago, casi me avergüenzas.

Insumisa dijo...

Coincido. Vivir es un mar.
Pero en la vida no hay garantías y muy probablemente, la vida tampoco reconoce deudas.

Lan dijo...

Efectivamente, Piel de Letras, la vida creo que no reconoce deudas pero, sin embargo, podemos reclamarle la herencia que nos debe por haber nacido. Y olé.