18 de septiembre de 2011

El Cubo de la Tierra del Vino


-¿Pasan muchos caminantes?
- No.
- El dueño de este bar hacía fotos a los que pasaban.
- Sí, pero lo vendió y se fue.
- ¿Y don Tomás? ¿Sigue de párroco o se jubiló?
- Murió hace años.
Los dos, que pasaron por allí hace ocho años, terminan sus cafés y se van sin su imagen de entonces, sin sus testigos y sin saludar al cura gruñón que les convidó a cenar. Salen despacio, mirando cada esquina de la callejuela principal de El Cubo de la Tierra del Vino y, sin comentarios, enfilan por la autopista hacia Zamora.

4 comentarios:

Insumisa dijo...

Estoy siguiendo el itinerario del 2003. Gracias por compartirlo

Lan dijo...

Ya ves lo que hay que andar para ver.
Saludos, Piel de Letras.

Ángeles dijo...

Mil kilómetros de soledad... da un poquillo de impresión, ¿eh?

A mí me da pena que las cosas dejen de ser como eran, pero por otro lado me gusta la renovación y el cambio. ¿Será que no sé lo que quiero?

Lan dijo...

Y, sin embargo, así fue: mil kilómetros de soledad. Sencillo. Porque la soledad tiene muchas medidas.
La renovación y el cambio, ¿de veras existen?. Estoy seguro de que las formas cambian pero no sé si cambian otras cosas.
Gracias, Ángeles.