24 de junio de 2012

Seguridad


Cuando mi amigo me dijo que su acompañante llevaba pistola, me quedé mudo.
-        Manel, enséñale la pucha. Al fin y al cabo, vamos a vivir en su casa.
-        Eso no lo necesitas –dije impresionado, contemplando atónito el arma que Manel me mostraba-, déjala en tu cuarto y no vayas con eso por ahí. Aquí no te hará ninguna falta.
Manel miró a mi amigo de modo interrogante. Éste le hizo un gesto, el otro la enfundó, y luego, sonriéndome, me dijo suavemente:
-        Estoy seguro. Pero tú no sabes la cantidad de cosas que resuelve simplemente el llevarla.

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