Aquella mañana de finales de
agosto era luminosa, tímida aún del calor, tranquila y fresca. Miré hacia
arriba. Cientos de golondrinas, inesperadamente, poblaron de modo irracional el
azul uniforme e infinito del cielo que ponía fondo a las torres de pisos de mi
barrio. Supe enseguida que era una despedida. Y la ballesta del resorte de la
comparación me atrapó tenaz por la garganta: si tú te fueras, sólo me quedaría
ese azul infinito, mudo e inquebrantable, que las golondrinas dejaron tras su
marcha. No te vayas, amor mío. No me dejes oteando las estelas invisibles que
dejaron tus alas.
20 de agosto de 2013
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4 comentarios:
un texto tremendamente poético... infinito.
lleno de amor.
biquiños,
Y tú muy generosa, Aldabra.
Biquiños + Gracias.
Conmovedor.
Gracias, Ángeles.
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