- ¿Qué quieres?
- Nada. Vengo a hacerte compañía.
La belleza de
lo sencillo puede pasar desapercibida. No ocurrió. Y ella se hizo tan tibia
como el sol en una solana, tan apacible como la luna llena, tan plena como un manto
de estrellas. La compañía es un don gratuito difícil de encontrar, porque es
pieza a encajar, a la par, en dos rompecabezas.
Luego me proyecté
a mí mismo en un mañana solitario, recontándome los mil cuentos de antaño,
reconfortantes siempre, y negándome, tozudo como un asno, a imaginar ni un
momento el desierto de un futuro sin ella.
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