¡Malditos seáis! Porque tuve
hambre y me llamasteis parásito, porque
tuve sed y me llamasteis borracho, porque era forastero y me disteis la
espalda, estaba desnudo y os mofasteis, estaba enfermo y os alejasteis con asco,
estaba en la cárcel y dijisteis que lo merecía, me ahogaba en la pena y no me
consolasteis, os imploré y me llamasteis farsante y, sobre todo, porque el que
vive en la calle a merced del azar y la intemperie, aunque reúna todas las
faltas que a mí me achacáis, tiene a su favor una razón que vosotros
desconocéis: la de la humanidad.
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6 comentarios:
esta semana cuando bajé a mi perrillo para que hiciera sus cosas, cerca de las doce de la noche, me crucé con un hombre que llevaba una maleta pequeña y un bastón: estaba buscando tesoros en los contenedores, antes de que pasara el camión de la basura... sentí una profunda tristeza.
biquiños,
Seguramente, Aldabra, una tristeza tan inmensa como lo es compasión y la impotencia.
Bicos.
Errar es humano. Perdonar es divino. Pido perdón a nombre de todos los inhumanos que nos hicimos a un lado, que cerramos la ventanilla del carro y que fingimos no ver, cuando en realidad sí veíamos.
Y lo peor es que cada vez son más... los de un lado y los de otro.
Insumisa, la pobreza es un martillo que golpea, sin descanso, las conciencias. Nos recuerda, a pesar nuestro, que el mundo en el que participamos carece de éxito.
Sí, Ángeles, y nos acostumbramos a ver lo que no imaginábamos ver. Y no queremos creer que un día también podemos estar ahí nosotros.
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