7 de septiembre de 2013

Desde esta vuelta del camino


Doy las gracias a quien me enseñó a leer lo que en ninguna parte estaba escrito. Doy las gracias a quien, cuando quise saber, no me engañó; a quien, cuando pregunté, no me mintió; a quien, cuando quise aprender, no me adoctrinó. Doy las gracias a quien, con su sencillez, hizo descarrilar mi soberbia; a quien, sin yo pedirlo, me ha dado acceso permanente al almacén sin fondo de su cariño. Doy las gracias, sobre todo, a quien me hizo comprender que, tal vez, lo más difícil para las personas sea descubrir lo que cada una lleva dentro.

4 comentarios:

Insumisa dijo...

Ser agradecido es un ejercicio espiritual muy bueno.
Te felicito, señor Soros.
Abrazos a diestra y siniestra,

Ángeles dijo...

Una oración magistral.
Amén.

Lan dijo...

Gracias, Insumisa. Los buenos maestros me enseñaron lo que sé.

Lan dijo...

Gracias, Ángeles. Pero es un recuerdo a quienes me enseñaron algo alguna vez.