19 de octubre de 2013

Traductores


(Foto de J.L. Peña)

Encandilados, palpitan y tiemblan, enardecidos y vibrantes de la nariz al rabo, esos perros borrachos, embriagados especialmente por aquellos olores del campo que a los humanos les están vedados. Hablan los canes un lenguaje gestual, de posturas, de aceleraciones y paradas bruscas, de saltos, de muestras persistentes o cambiantes y, a veces, aunque parezca inverosímil, hasta olvidan ladrar. Traducen, instintivamente, una lengua muda de aromas, tufos y rastros caprichosos que, invisible, está escrita en la tierra, en el aire y en la vegetación. Se afanan en recordar al hombre un lenguaje olvidado que ellos aún dominan: el de la Naturaleza.

2 comentarios:

Ángeles dijo...

Los canes como "traductores del lenguaje de la naturaleza". Bonita figura literaria, sí señor.

Saludos.

Lan dijo...

Sí, traducciones que los seres humanos hace muchos años que perdimos la capacidad de hacer.
Ahora sabemos hacer cosas muy sofisticadas pero, seguramente, a cambio de haber perdido la capacidad de hacer otras que, en su origen, serían elementales.
Saludos, Ángeles.