21 de diciembre de 2013

Echándole sal al mar

Las personas mayores tienen motivos, cuanto más viejas y mejor conserven la cabeza, para poder dar buenos consejos, porque la vida siempre enseña más a la larga que en el momento. Dar consejo a quien lo pide es prevenirlo, pedirle cautela, sugerirle prudencia pero, en ningún caso, el consejo obliga a quien lo escucha ni suprime su criterio, porque la audacia y el atrevimiento, virtudes tan útiles en el momento oportuno como inadecuadas en todos los demás, también forman parte de la fortuna y de la existencia. Pero, dar consejo a quien no lo pide es echarle sal al mar.

2 comentarios:

Ángeles dijo...

¿Y por qué no recoges todos estos pensamientos y meditaciones tan atinados que vas dejando por aquí y haces un libro al estilo de los clásicos?

Lan dijo...

Gracias, Ángeles.
Pero no tengo, de momento, mucho ánimo para meterme en un libro.