1 de septiembre de 2015

Realismo e ilusión

En nuestras relaciones cercanas nuestros afectos se mueven con más eficacia por lo que vemos que por lo que oímos. Impera el realismo.
Curiosamente este principio afectivo, tan lógico, se distorsiona ante quienes nos dirigen pues, aunque en el gobernar tiendan a ser tan absolutos como disolutos en sus costumbres y usos, saben que las personas somos desmemoriadas para el pasado, dubitativas en el presente y temerosas ante el futuro. Por tanto tienen más efecto sobre la mayoría de nosotros sus promesas que los hechos decepcionantes del pasado. Y así, en política, sobre la realidad suele imponerse la ilusión.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

pero la ilusión suele imponerse sobre la realidad en casi todo. Que si no, qué.

Lan dijo...

Si no, Zeltia, no sé si podríamos vivir. Creo que siempre es mejor confiar en alguien, pese a poder ser o sentirnos decepcionados, que no confiar en nadie.
Quizás en la vida sea mejor ser tonto (o pasar por serlo) que ser malo.
Cada uno, en su interior, toma una postura. Y, suele terminar por ser, la que menos daño le hace a uno mismo.