19 de agosto de 2008

Camaleón


Jugar no es ganar, es divertirse. El deporte no es religión, espectáculo, ni profesión, sino juego, el juego de jugar a ser otro, alguien desinteresado, un niño que goza el tiempo y el sueño de no ser el de siempre, sino otro y otro… Pensando así, nadie le encontraba donde le suponía y en los momentos críticos jamás aparecía. Tienes más capas que la cebolla, le decían. Los ojos regidos por criterios ajenos no le podían ver. Le llamaban el ausente, pero estaba. Mimetizado en letra, en sudor, en vapores de placeres o en el sexo, el juego más bonito.

2 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

pero ... yo el deporte no lo veo como un juego.
Es juego mientras no se convierte en "deporte", eso pienso. No es un deporte cuando los niños organizan una pachanga en la calle, pero lo es cuando empiezan a participar en torneos y llevan un logotipo en la camiseta. :(

los otros juegos de la vida menos deporte me parecen

aunque ahora mismo estoy por ir a ver la acepciòn de "deporte" en el diccionario de la RAE

Lan dijo...

Casi seguro que llevas razón. Sin embargo los deportes fueron siempre juegos para mí. Quizás nunca me importó ganar o perder y sí disfrutar de mi cuerpo y de mi desinterés por la victoria. Regalaba al juego mi tiempo y mi energía. ¿Ganar? Para qué, ya había tenido mi recompensa jugando.