
Regresé a la ciudad de mis veinte y sólo hallé dolor donde solía encontrar regocijo. Mis conocidos no estaban, ya no salían o habían muerto. Y estuve solo donde la soledad me era ajena y, así, la vieja ciudad se me hizo nueva. Finalmente me topé con Mínguez.
- ¿Eres quien creo que eres?
- Soy quien crees que soy.
- Ayer enterramos a Treceño.
- Lo sé. Busco a alguien alegre. A Jesús el Gordo, por ejemplo.
- Ya no era alegre.
- ¿Era?
- Sí, murió hace unos meses porque se empeñó en hacerse una liposucción.
- ¿Eres quien creo que eres?
- Soy quien crees que soy.
- Ayer enterramos a Treceño.
- Lo sé. Busco a alguien alegre. A Jesús el Gordo, por ejemplo.
- Ya no era alegre.
- ¿Era?
- Sí, murió hace unos meses porque se empeñó en hacerse una liposucción.
4 comentarios:
que fuerte lo de encontrarse en soledad en un sitio dónde nunca antes se había relacionado esa palabra. un recuerdo bonito a la mierda.
y que fuerte también lo de la liposucción.
muy efectivo ese cambio entre la melancólica tristeza del principio y la crueldad patética del final
Y, ¿qué somos al cabo?, preciosidad. La realidad siempre es más fuerte que lo que se nos ocurre. Ahí estamos. Suerte.
Así es la vida. O vas con ella, o te lleva de cuernos.
Busca, no el ayer idéntico a como lo dejaste, sino los sentimientos y sensaciones que te hicieron feliz.
Lo demás es lo de menos.
También me gusta ver a quienes fueron mis amigos y amigas, no como les dejé pero sí como les encuentre.
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