
La justicia, que se había hecho emigrante, viajaba de incognito con los astronautas buscando mundos nuevos donde asentarse para no desvirtuarse tal que aquí, para no renunciar al imperio que los hombres le habían usurpado, o sea, para ser ella. Así, al llegar a un lugar deshabitado, se implantaría por ser anterior a ser alguno. Y es que la justicia se llamaba severa e inflexible de apellidos y, en este mundo, que no había manera, oye. Lo tenía más que comprobado. Reparó súbitamente que eran hombres los que pilotaban y comprendió enseguida que aquello no resultaría. Estaba ya contaminada.
6 comentarios:
Pos... pa' que te digo que no, si sí.
El hombre que no contamina, ha de ser marciano :-P
Jajajajaja
¡Buenos días!
Buenos días. Y que los tengas menos desvalidos que yo.
Saludos
Vive Dios, que deseo de todo corazón que sea solo un recurso literario eso de "menos desvalido".
Besitos
Yo, la del desierto otra vez...
No lo es. De vez en cuando, como a todos, desean avasallarme. Resistiré. Espero.
Resistirás y no solo eso, vas a salir avante, triunfante, hasta como el ave Fénix, pero de que sales, SALES. ¡Faltaba mas!
Besos
No te quepa la menor duda.
Dijo el miedoso, por no quedar mal.
Y besos, ¡cómo no!
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