
Él era un tipo tímido, serio, cohibido. Ella una chica extrovertida, locuaz, desinhibida, simpática, que se sentía libre para todo sin que el ser la novia del serio le supusiera ninguna traba para nada. Iba con unos y con otros, sin certeza de hasta donde llegaba o si llegó a algo con alguno o con varios.
Él la adoraba pero se lo comían los celos y en cuanto la veía, incapaz de enfurecerse con ella le decía atormentado:
- Laura, ¿por qué te vas por ahí con todo quisqui?
Ella, fresca, respondía:
- Anda , tonto, ¿quién se va a comer el tomatito?
Él la adoraba pero se lo comían los celos y en cuanto la veía, incapaz de enfurecerse con ella le decía atormentado:
- Laura, ¿por qué te vas por ahí con todo quisqui?
Ella, fresca, respondía:
- Anda , tonto, ¿quién se va a comer el tomatito?
4 comentarios:
:)
así debe ser.
y no ésos que se con el miedo a perderla le cortan, primero las alas, y luego, si no hacen caso, la garganta.
me puse muy seria para un post tan romántico, pero es que... claro, son cosas que he vivido sino en primera persona muy de cerca, y siempre se me vienen a la cabeza cuando veo un atisbo de celos.
Malas vivencias las de muchas mujeres en este aspecto. Y mal criterio y peores acciones las de muchos hombres.
¿Y quién se zampó el tomatito, pues? :-P
Jejeje
Morbosa que es una a veces
Besitos
No sé en qué terminarían y si fraguaría la pareja. El tomatito puede que se lo zampara alguno que lo pillara en su punto. Suele pasar. ;-)
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