
Cuanto me pesa, Manolo, haber ido a verte. Me dijeron que tenías una librería de viejo en la zona de las Cortes, cerca de la calle Huertas y, claro, enseguida acerté a encontrarla. Tenías el acceso electrificado para abrir selectivamente al personal. Me pregunto para qué me abriste. Dentro, intenté ser efusivo, al fin y al cabo, yo creía que habíamos sido amigos hace muchos años. Al cabo de un rato embarazoso en el que intenté hablar contigo, mientras notaba que únicamente te estaba incomodando, me despedí y me fui desilusionado. No necesitabas habérmelo hecho tan evidente. ¡Suerte, humanista!
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6 comentarios:
¿Seguro que éste no ha salido de un Seminario? tal lo parece
No, todo lo contrario. Cuando le conocí era del rojerío más progre e irreductible. Ahora no sé lo que será.
Pues bien parece un capullete,que el rojerío anda pelín descompuesto
Sería así siempre y no me di cuenta.
No sè.
yo tambien me he sentido incòmoda alguna vez con alguna persona surgida del pasado, como fantasma. claro que con mi natural modo de ser, no se me notò nada
:-)
no sè. a veces no es que se quieran dejar atràs a las personas, si no la època, el lugar, el asunto, el recuerdo de uno mismo.
vaite tì a saber.! tamen pode que estivese a tratamento. as pastillas teñenche efectos secundarios.
Da lo mismo. Es mejor saber que no tienes nada a creer que tenías algo.
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