
El niño recita la fauna local. Al muflón le sigue el águila imperial, el acentor alpino, el topillo, el misterioso lagarto ocelado, la inquietante víbora hocicuda, a la que no conviene molestar, la gineta, la garduña, el tejón , todos esquivos y nocturnos, el lirón careto… y hacia la costa: ánades, martín pescador…
Sus padres se descomponen paulatinamente por su impericia al montar la tienda nueva mientras el feliz recitador no para.
- ¡Sujeta aquí! –dice bruscamente la madre.
- ¿No decíais que no me necesitabais? –alardea el cantarín.
- ¡A lo mejor, mañana por la mañana, amaneces en el pueblo, por gilipollas!
Sus padres se descomponen paulatinamente por su impericia al montar la tienda nueva mientras el feliz recitador no para.
- ¡Sujeta aquí! –dice bruscamente la madre.
- ¿No decíais que no me necesitabais? –alardea el cantarín.
- ¡A lo mejor, mañana por la mañana, amaneces en el pueblo, por gilipollas!
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3 comentarios:
Qué triste debe ser estar tan solo estando con los padres. Y qué alegría tener un mundo paralelo al que escaparse.
el niño un pitagorín!
:-)
mi hijo soltaba la letania de los nombres de los distintos dinosaurios, primero la lista de los carnívoros y luego la de los herbívoros, hablaba de pleistocenos y yo, mientras colgando con las bolsas de la compra. entiendo muy bien al padre, sí sí. de listillos está el mundo lleno
:-)
Llevas razón, Ángela, un niño viajando con dos adultos, por muy padres que sean, se aburre.
A casi todos los niños les gusta ser pitagorines, Zeltia, y también son colaboradores por naturaleza, pero, claro, estando aburridos y teniéndolos encimaza todo el día pueden sacarnos de quicio a los adultos. Tienen ese don. :-)
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