12 de noviembre de 2009

No hacíamos buenas migas

Cada día era peor. Aquello se deterioraba continuamente. Debía admitirlo: ya no la soportaba. Era posesiva, celosa, acaparadora, caprichosa, absorbente, obstinada, quería salir a todas horas, no paraba de protestar en casa, hasta que no conseguía sus caprichos no cesaba de importunarme de una manera u otra. Estaba harto. En todo tenía que ser excesiva. No me podía ver con otra, ni siquiera un segundo, sin perder en el acto la compostura y ponerse agresiva. Me ponía en evidencia, cuando se ponía empalagosa, con aquellos mordisquitos en el cuello delante de quien fuera… Jamás meteré en casa otra puta perra.

5 comentarios:

Flor y Nata dijo...

Perdona, sé que no viene a cuento, pero cuánto me gustaría tener la receta vuestra de las migas!!!...me recuerdan a mi infancia, cuando entre comidas típicas de aqui, se intercaban en mi casa...las migas...me he quedado sin ella...
Besos

Flor y Nata dijo...

Ah! y también las gachas...¿Pido mucho?...gracias de antemano.
Bss

Paz Zeltia dijo...

xD

no te creas tú que la última frase lo arregla mucho...
puestos a interpretar erróneamente,
hasta la empeora

pero sí,
las perras tan excesivas
son un coñazo.

(y las gatas no veas. la mía me pega cada mordisco de cariño... que hace un par de años estuve 15 dias a antibióticos y vacuna del tétanos!)

Lan dijo...

Haré lo que pueda, Flor y Nata.

Lan dijo...

Veo que lo has pillado, Zeltia.
De eso se trataba: de no dejarlo claro.