13 de enero de 2010

El costado más tibio de la vida

Sola, en la vieja cocina donde fui sincera tantas veces, cada día mi voz se siente más abandonada de testigos. Entre tantas ausencias, ya definitivas, doy en pensar que también mi presencia desentona. Mientras duermes, imagino que el tiempo se detuvo, que aún tengo el empuje de un corazón joven, que cuento mis emociones tan confiadamente como entonces… Pensaba y pienso, conscientemente crédula y obtusa, en el amor como cosa esencialmente indefinida e inconclusa; y en el anhelo que conservo desde siempre, tan constante, como el ruido del mar y el silencio de las piedras, y como la mansa soledad del firmamento.

7 comentarios:

Paz Zeltia dijo...

qué íntimo!
a veces suben a la superficie pensamientos que son
como cadáveres de ahogados que emergen de pronto.

Paz Zeltia dijo...

me parece que, leído desde fuera de mí, lo que escribí no se interpretaría como lo que yo quiero decir.
suele pasar.

me ha gustado la comparación de la constancia con el silencio de las piedras. gustar es poco

Lan dijo...

Sí que emergen y lo hacen a base de tiempo. Sin embargo, cuando no se esperan.
Pueden pasar todas las cosas.
Zeltia, las gracias que te doy también son pocas.

Insumisa dijo...

Es... íntimo, cálido, profundo, sentido y definitivamente BELLO.

LLega, llega mucho.

Un abrazo

Flor y Nata dijo...

Es difícil encontrar palabras...las tienes todas tú...y están bien así porque nos llegan a través del filtro de tus emociones más íntimas...y por lo que leo a todos nos hacen vibrar.
Gracias por estar ahí.
Besos

Ángeles dijo...

Me sugiere muchos otros pensamientos, pero sobre todo la foto, con el paquete de arroz al revés, me inspira mucha ternura.
Gracias.

Lan dijo...

Gracias, Piel de Letras, Flor y Nata y Ángeles. No sé qué deciros. Me alegro de que os haya gustado. :-)